Internet funciona por medio de los Internet Protocols (o IP). Cada ordenador que accede a Internet dispone de un sistema único de identificación compuesto por un conjunto de números los cuales son llamados “dirección IP”. Gracias al sistema de nombres de dominio (o DNS) se consigue traducir los números de las direcciones IP a caracteres o letras (los llamados nombres de dominio o DNS). Estos DNS son mucho más fáciles de recordar por los usuarios que los números de la IP. En sus inicios, los DNS se organizaron entorno a dos grandes Top Lavel Domain o dominios superiores. Un sistema que facilitaba tanto la identificación de los contenidos como la organización interna de los DNS. Dichos dominios eran los Generic Top Lavel Domain y los Country-Code Top Lavel Domain.
Los Generic Top Lavel Domain (gTLDs) o dominios genéricos, son aquellas extensiones que se corresponden a expresiones que identifican productos o servicios: .com, .net, .org, .edu, etc. Extensiones alienas a los países y que son gestionados por empresas privadas.
Los Country-Code Top Lavel Domain (ccTLDs) o dominios territoriales, por el contrario, son aquellas extensiones que se corresponden con un estado del mundo (ordenados según los criterios de la ISO 3166-1): .es, .fr, .de, .us… Estas extensiones son propiedad de los distintos estados y gestionados, bien por una entidad pública (caso del .es) bien por medio de una entidad privada concesionada (caso del .de).
El problema surgió cuando la ICANN (o Internet Corporation for Assigned Names and Numbers — la organización sin ánimo de lucro dedicada a coordinar el sistema de DNS mundial) decidió, en el año 2000 y 2004, ampliar los gTLDs “básicos” e introducir nuevas expresiones (tales como: .museum, .jobs, .mobi, .cat, etc.). ICANN argumentó que con las extensiones genéricas existentes no se estaba ni promoviendo la competitividad (uno de los principios del Acuerdo de Proyecto Conjunto que tiene ICANN con el Departamento de Comercio de los EE.UU) ni se facilitaba la seguridad y estabilidad de internet (los servidores de los .com se colapsaban). Por lo tanto, hacían falta nuevas extensiones que suplieran esos problemas.
Dicha expansión fue problemática. Como nunca antes se había llevado a cabo una operación de este tipo, lo que se llevó a cabo fue ampliación “unilateral”, entendida esta en el sentido que no se disponía de un consenso de las distintas entidades que gestionaban internet acerca de cómo se debía llevar a cabo dicha expansión. Este fue el motivo que llevó a ICANN a iniciar el “Programa de Nuevos Dominios”. Un programa que recogiera el proceso a seguir (un proceso más “justo y transparente”) para decidir qué extensiones se debían crear, quiénes iban a gestionarlas y qué pasos se debían cumplir para su lanzamiento. Tras años de discusiones entre los distintos organismos, dicho programa se terminó 2012 y se plasmó en la gTLD applicant guidebook. Este documento suponía el pistoletazo de salida a los llamados “nuevos dominios”. Es por esto que desde 2013 hasta 2015 han irrumpido e irrumpirán muchas y muy distintas extensiones. Extensiones formadas por palabras (.dog, .bike, .tattoo, .ceo, .marketing, .futbol, .casino, etc.) y también por marca (.samsung, .google, .seat, etc.) [aquí están todas las futuras extensiones previstas].
La mayor y más grande expansión del sistema DNS de la historia, que va a permitir, por un lado, que un enorme grupo de empresas privadas se haga con el control y la gestión de las nuevas extensiones (aquí hay una relación gTDLs – solicitante), y, por otro lado, que los usuarios dispongan de más extensiones para registrar su dominio.
Ahora bien, por mucho que la expansión fuese acordada y siguiese una “ley” o un proceso, esto no ha evitado que surgieran dudas alrededor de estos nuevos dominios genéricos. Y precisamente hoy, quería reflexionar sobre dos de estas dudas.
PRIMERA: ¿De qué servían estos nuevos dominios? ¿Qué iba a impulsar a alguien para no registrar su dominio en una .com (la mayor gTLDs) o en una ccTLDs y, en su lugar, hacerlo en una nueva extensión?
Por lo que he visto, la respuesta a estas cuestiones aún no es clara. Es quizá este el motivo que ha hecho que el mercado de nuevos dominios no haya sufrido una burbuja o se haya expandido como se esperaba. Así pues, si nos fijamos en las declaraciones de ICANN, los nuevos dominios sirven para aumentar la competitividad. Esto es, para que los proveedores de registro puedan ofrecer más “productos” en el mercado. Algo que, según ICANN, ayudaría a empresarios, empresas, gobiernos y comunidades de todo el mundo a optar por registro de nivel superior de dominio de su propia elección. Una explicación basada en teorías de mercado: a mayor nivel de productos, mayor oferta en el mercado y por lo tanto mayor competitividad y bajada de precios. Pero la mayor competitividad, ¿tiene alguna ventaja? Sí, claro, aunque siempre dependerá de qué tipo de productos se ofrezcan. Por lo tanto, debemos ver qué tienen los nuevos dominios de especial.
Si nos fijamos en las campañas de publicidad de los registradores (“vendedores del producto”) vemos como se promociona al nuevo dominio como una nueva forma de identificación. Por ejemplo, la campaña de marketing de NOMINALIA dice lo siguiente:
Otro ejemplo, la campaña de SEDO reza lo siguiente:
Lo que se busca pues, es una mayor concordancia entre los contenidos (o la web) y su extensión. Pero, ¿esto tiene algún sentido? A mi entender (y como lo veo ahora mismo) no. Obviamente podría tenerlo. Se puede crear, por ejemplo, un buscador que solo tuviera en cuenta a esas extensiones. Así, si queremos buscar a un abogado, lo hiciéramos entrando en el buscador de .lawyer o .abogado. Pero claro, un buscador de este tipo tan solo tendría sentido si la gente lo utiliza (obvio) y si los profesionales se decantan, en masa, por utilizar este servicio, algo que de momento no está pasando.
Sin embargo, hay otras opciones viables que pueden hacer atractivos a estos nuevos dominios. La mayor que yo veo es la de la “certificación”. Los registros pueden imponer requisitos para poder registrar tu dominio a su extensión. Esto tiene numerosas ventajas. Por ejemplo, si en el .abogado solo se permitiese que se registrasen abogados colegiados u oficiales, el dominio no solo tendría sentido sino que será muy útil (sobre todo para evitar fraudes).
Sin embargo, el mercado esta tan verde aún que es difícil de decir cual serán los movimientos. Hay que observar no solo cómo se mueven los registradores o las personas que quieren registrar, sino como toleran los usuarios estos nuevos dominios. Seguramente (si es que alguien se fija en ello) los usuarios sospecharán en un inicio de estas terminaciones “extrañas”. Por lo que deberemos ver hasta dónde llega la concienciación de qué son estos nuevos dominios al mercado.
SEGUNDA: ¿Cómo va a tratar Google a estos nuevos dominios?
Esta es la mayor pregunta. Seguramente todos los que quieren registrar un dominio se la hacen. Y es que la pregunta es evidente. Por qué, hoy día, ¿quién escribe un DNS para encontrar una dirección web? En mi opinión, nadie. Ni yo mismo lo hago. La mayoría de usuarios (por no decir todos), escribimos el nombre de lo que buscamos en el buscador de Google y este ya nos indicará la página que buscamos (si no es que tenemos la página guardada como favorita o guardada en el historial). De ahí a que el SEO se haya convertido en algo esencial para toda página web. Pero se podría decir más. Al usuario no le importa que sea una .com, una .es, una .casino o una .samsung. Lo que quiere son los contenidos. Y los quiere encontrar rápido. Es por ello que debemos ver qué trato da (y va a dar) Google a estos nuevos dominios.
La duda se resolvió el 21 de julio de 2015. Bajo el título «Google’s handling of new top level domains». John Mueller, el Webmaster Trends Analyst de Google, resolvía en un post un conjunto de preguntas que le habían formulado al respecto de este tema. Lo que venía a decir el sr. Mueller en sus respuestas es que los nuevos dominios iban a ser tratados igual que un .com o un .org, ya que Google no iba a modificar su algoritmo de búsqueda en favor de estos TLDs. Es más, el sr.Mueller afirmaba que las palabras claves de los TLD no iban a suponer ninguna ventaja o desventaja a la hora de realizar la búsqueda. Y aquí es dónde vino la decepción general (o al menos la mía). Adiós al posicionamiento, la gran baza que podían tener los nuevos dominios. Aun así, hay quien no se desanima. Hay quien opina que, si bien Google no les da un trato de favor, estos nuevos dominios ya generan un mejor posicionamiento que los gTLDs tradicionales. Un ejemplo de estas teorías lo podemos encontrar en esta web.
Pero las malas noticias (al menos para los SEOs) no terminaban aquí. Otra duda que resolvía el post el sr. Mueller era referente a la geolocalización. Concretamente, decía lo siguiente:
P: ¿Cómo se gestionaran los dominios de nuevas regiones o de ciudades (como .london o .bayern)?
R: Incluso si son específicos de una región, nosotros vamos a tratarlos como gTLD. Esta decisión se corresponde con nuestra gestión de TLDs regionales como .eu o .asia. Quizá haya excepciones en algún momento, depende de cómo veamos que se utilizan en la práctica. (…)
Aquí pues, sí teníamos una puerta abierta. Tal como dice el sr.Mueller, si bien Google ya tiene por defecto su sistema de segmentación internacional (aquí explicada por Google) no se descarta hacer una segmentación específica acorde con los nuevos dominios. La realidad o no del proyecto dependerá del existo del dominio. Por ejemplo, si el .barcelona (o .bcn) tienen mucho éxito (se espera su funcionamiento para el enero de 2016) lo que hará google es dar un tratamiento especial a los dominios con esta extensión que se busquen desde la ciudad o desde su cercanía. Algo que sin duda puede tener mucha utilidad.
Por lo tanto, Google ha adoptado una posición muy conservadora. La compañía esperará a ver qué hace el mercado para seguir su corriente. Lo malo de este tipo de decisiones es que si todo el mundo espera, difícilmente se va a crear algo. Claro que, como decía aquél, afortunado es el hombre que tiene tiempo para esperar…
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